Lúgubre y bello.

-¿Que eres?
¿Me harás daño?
¿Por que hueles feo?
¿Dónde están tus ojos?
Le decía Julia a la muerte, el ángel del abismo en persona, en presencia pura.

       Julia, una niña de 8 años, curiosa, tan enérgica y con una sonrisa tan grande como un lago de cisnes. Se le apareció la muerte, o más bien, la encontró, ya que se encontraba resguardada en un libro llamado “La era de la nada” de Peter watson, un libro para nada recomendable para una niña pequeña, este se encontraba arrumbado en un baúl empolvado en la azotea donde su abuelo solía guardar cosas peculiares, que para los demás no tuviera valor, por ejemplo un par de castañuelas, la mandíbula de un burro, un fusil y un frasco lleno de estrellas, su abuelo es el propietario de una tienda de antigüedades, el tiene aproximadamente tiene 63 años.
        La muerte, un ser omnipresente naturalmente, Julia la pudo ver, algo inusual, pero no sorprendida la muerte viendo la inocencia y la pureza de la niña decide hablar con ella, y contarle por que estaba en ese libro. Ella se encontraba ahí ya que le gustaba esconderse en lugares muy inusuales, el que pudiera encontrarla, le concederia  3 deseos mortales, siempre cuando ella quisiera. Julia claramente no tenía miedo, no sabía con quién hablaba, y no entendía mucho que quería decir con 3 deseos mortales, en su cabecita se imaginó algo así como el genio de aladdin pero no era así, era algo más profundo y peligroso. La muerte le empieza a explicar que si alguna vez alguien que ella conozca o ame muere, le concederá hablar con esa persona por última vez, o que la puede traer a la vida restándole años a ella e intercambiarlos con los de ella, 3 veces,  probablemente mucha responsabilidad para una niñita, así que la muerte le ofreció ser su amiga, y que la protegería por ahora, hasta que creciera y tuviera madurez. La muerte temida por muchos pero imposible librarse de ella, en esta forma “física” media 2.30 metros, el típico esqueleto que todos se imaginan, solo que sus manos llegaban hasta sus pantorrillas y estaba jorobada, cargando una candelabros donde recogía las almas, tenía una manta de cadera a pies de color blanca, con un olor vituperable.

       Julia le dió un recorrido por la tienda, la muerte obviamente conocía todo, el área favorita de Julia en la tienda es donde están la repisa de los libros, y le mostró su libro favorito que era “Platero y yo”, le gustaba esa área ya que ella podía meterse debajo de las repisas y esconderse detrás de esa inmensa montaña de hojas, guardaba cosas interesantes en ese rincón, la niña emocionada por que jamas habia tenido a un amigo ya que pensaban que era una rarita por los gustos que tenía, se notaba la dulzura en sus ojos, y que no recorría ningún mal en su cuerpo, ni un mal pensar ni nada por el estilo, y la muerte estaba segura de algo.

        La muerte callada, voltea a ver a la niña y la arranca el alma del cuerpo, como si se tratara de desgarrar la cortina de una ventana, como si de abrir una envoltura de un regalo, sabía que estaría mejor con ella a su lado, por todos los tiempos, hasta el fin de todo, convertida en un ángel.


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